Había una vez una esposa muy casta cuyo
esposo brahmana era leproso. Ella
siempre se esmeraba en servirle. Cierto día, mientras bañaba a su esposo en un
río sagrado, él se sintió cautivado por la exuberante belleza de una
prostituta. Ella poseía el brillo y la belleza de cien mil diamantes. El brahmana leproso se sintió
irresistiblemente fascinado por ella.
Al regresar al hogar, su casta esposa
pudo detectar alguna insatisfacción en su esposo y preguntó:
v
¿Por qué te sientes tan infeliz?
v
Sentí
atracción por la belleza de esa prostituta. No puedo apartar mi mente de ella -
contestó el esposo.
v
¡Oh! ¿La quieres?
v
Sí,
la quiero.
v Entonces trataré de hacer
los arreglos.
Debido a que era muy pobre, la casta
mujer, a pesar de ser una brahmana calificada,
comenzó a ir a la casa de la prostituta todos los días para trabajar como
sirvienta. Aunque era de linaje aristocrático, aceptó trabajar sin remuneración
alguna. Ella llevaba a cabo sus deberes con tanta diligencia que atrajo la
atención de la prostituta, la señora de la casa, quien comenzó a indagar:
v ¿Quién limpia todo de una
manera tan pulcra?
Así llegó a saber que la dama brahmana venía cada mañana y realizaba
las tareas domésticas.
v
Tratamos
de detenerla, pero no hizo caso. Quiere conocerla a usted -dijeron las otras
asistentes.
v
Está
bien. Mañana pueden traerla ante mí.
A la mañana siguiente, cuando fue
llevada ante la prostituta, la dama brahmana
expuso su motivación interna:
v Mi esposo se siente tan
atraído por usted que deseo pueda satisfacerle. Como su devota esposa, quiero
que esté satisfecho y ésta es su aspiración. Quiero verle feliz. La prostituta
comprendió todo y dijo:
v Bien. Tráelo mañana. Los
invito a ambos a cenar en mi casa.
El mensaje le fue transmitido al brahmana y ambos fueron al día
siguiente. Se prepararon muchos platos adecuados para la ocasión. Fueron
servidas dos entradas. Una de ellas era prasadam
(alimentos ofrecidos a Dios) sobre una hoja de plátano acompañado de agua
del Ganges en un recipiente de barro, alimentos puramente vegetarianos. Al
lado, en recipientes de oro y plata, se sirvieron carnes y otros platillos
opulentos, en un exquisito arreglo de mesa con bellos asientos. De las dos
clases de alimentos, una era sattvika
(pura) y la otra rajasika, (llena de
pasión). Con manos juntas, la prostituta invitó al brahmana y a su esposa, señalando:
v Esto es bhagavata - prasadam y aquellos son ricos platillos preparados con
carnes. Pueden tomar lo que deseen, de acuerdo con su dulce voluntad.
De inmediato, el brahmana leproso escogió el prasadam
y se dispuso a comer. Cuando hubo terminado de tomar prasadam, la prostituta dijo:
v Tu esposa es como este prasadam,
sattvika (pura) y todas estas cosas, rajasikas (llenas de pasión): Carnes,
platillos opulentos, oro y plata, son como yo.
Soy muy baja y tu esposa es lo más
puro. Tu verdadero gusto se siente atraído por este prasadam sattviko.
Externamente la carne es muy vistosa,
pero internamente es muy impura e inmunda. Por eso te repugna. Entonces, ¿a qué
has venido aquí?
v
Sí,
estaba equivocado. Dios me ha enviado un mensaje a través de ti.
Mi efímero deseo se ha desvanecido y
ahora estoy satisfecho. ¡Tú eres mi Gurú!
- El brahmana recobró su sentido
común.

El concepto erróneo
de maya, significa “aquello que no es”
(mriyate anaya). Cuando todo se mide
desde el punto de vista del egoísmo y no del interés universal, ello es la
causa de todos nuestros problemas. Gradualmente debemos comprender: “Mi punto
de vista era guiado por consideraciones egoístas, no absolutas. Como resultado
de esto, sufro. Sin embargo, ahora he llegado a comprender que mi interés está
incluido dentro del interés absoluto”.
Parodiando un viejo refrán: “Un mal trabajador pelea con sus herramientas”.
Nosotros generamos el medio ambiente de acuerdo con nuestro karma. Aquello que yo culpo fue causado
por mi propio karma. Cuando ingiero
alimentos, los excrementos vienen como una reacción natural. Sería necedad
culpar a los excrementos por hacer su aparición. Es el resultado de haber
comido. De forma similar, yo he actuado de diversas maneras y el resultado
kármico es mi medio ambiente actual. Así pues, reñir con la reacción de
nuestros propios delitos es malgastar inútilmente nuestras energías.
El consejo del Srimad-Bhagavatam debe ser nuestra guía
en toda circunstancia. Todo lo que nos acontece cuenta con su autorización,
con su visto bueno; por lo tanto, sólo puede ser favorable.
Todo es perfecto. La
única imperfección está en nosotros y por lo tanto, con todas nuestras fuerzas,
debemos tratar de cumplir con nuestro deber. En un abrir y cerrar de ojos
descubriremos que nos hemos liberado de todos los problemas. Ese es el consejo
fundamental del Srimad-Bhagavatam.
Esa debe ser la actitud de un verdadero
devoto de Krishna. Con esta disposición, podremos ver dentro de nosotros
mismos que en última instancia todo es parte del Bien Absoluto. Aunque no es
muy fácil, aun así nuestra energía debe ser dirigida exclusivamente a recabar
la buena voluntad de las circunstancias externas. Debemos tratar de ver las
cosas de tal manera, que se purifique nuestra posición.
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